En el marco de un proceso electoral signado por lo insólito, la Cámara Nacional Electoral dio ayer la nota interviniendo al Juez Federal de Buenos Aires, Manuel Blanco. Mediante la Acordada Extraordinaria Número 89, el tribunal, luego de una extensa fundamentación, resolvió: “Disponer que, en virtud del excesivo cúmulo de tareas que debe afrontar el juzgado federal con competencia electoral en el distrito Buenos Aires para la realización de las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias del corriente año, que imposibilita el oportuno cumplimiento de lo previsto por el artículo 66, inc. 5, primera parte, del Código Electoral Nacional, el Tribunal asuma excepcionalmente coordinar la tarea de efectuar la distribución de un mínimo de boletas por mesa de votación”. En otras palabras que, como Blanco se negó a que la justicia distribuyera las boletas en las 32.000 mesas que funcionarán el 14 de agosto, los camaristas, con pleno beneplácito de la Casa Rosada, resolvieron intervenir y coordinar con el Correo la distribución de boletas.
Los camaristas podrían haberse limitado, como se estila en estos casos, a ordenarle al juez que se ocupara de distribuir las boletas, pero prefirieron hacerse cargo personalmente de la tarea, lo que tiene un espeso trasfondo político.
Bajo la lupa
En las últimas semanas, en Olivos crecieron las sospechas por un supuesto complot del que formarían parte Eduardo Duhalde y Blanco, que tienen una antigua y estrecha relación. El kirchnerismo estaría convencido de que el magistrado, un acérrimo enemigo de las primarias, no habría asumido esta postura inocentemente. Según esta teoría conspirativa, la decisión de Blanco de que la justicia no reparta las boletas sería un modo dinamitar las primarias bonaerenses, generando la reacción de casi todos los partidos y una eventual suspensión de estos comicios. En el mismo sentido -siempre según esta interpretación- jugaría un fallo del juez de garantías platense César Melazo contra lo resuelto por la Junta Electoral bonaerense en el sentido de no aprobar 57 listas municipales del duhaldismo. Para el cristinismo, Melazo y Blanco apuntarían a suspender las primarias bonaerenses y la consecuencia directa sería que CFK se quedaría el 14 de agosto sin el arrastre de votos del poderoso PJ bonaerense. Esto condenaría al FpV a quedar por debajo del 40% de los votos, es decir, a tiro del ballotage. De llegarse a esta situación, Duhalde podría presentarse como el salvador del peronismo y mejorar sus chances de forzar una segunda vuelta. Por otra parte, la caída de las primarias bonaerenses podría arrastrar a las nacionales. De ser así, el gobierno quedaría expuesto a que la opinión pública le impute el fracaso de las primarias, facturándoselo el 23 de octubre.
Pero la conspiración que teme el kirchnerismo tendría otro componente central. Esto es, supuestas conversaciones entre Duhalde y Daniel Scioli acerca de qué pasaría si hay segunda vuelta. El ex motonauta tiene una ventaja importante sobre la presidente: él conseguiría su reelección el 23 de octubre, porque en Buenos Aires no rige la segunda vuelta, en tanto que Cristina, podría quedar sujeta a esa instancia. La obsesión kirchnerista es qué haría un Scioli, ya electo, ante un ballotage donde la continuidad del gobierno nacional estaría en serio riesgo.
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