jueves, 4 de junio de 2020

Cuál es el impacto del coronavirus en el sector agropecuario argentino

El primer caso de COVID-19 se manifestó en la Argentina el 3 de marzo de 2020. El 11 de marzo, la Organización Mundial de la Salud declaró a la enfermedad causada por el coronavirus como una pandemia.

 En el país, se tomaron con celeridad varias acciones: el 15 de marzo se suspendieron las clases de escuelas preescolares, primarias y secundarias y el 19 de marzo se estableció el distanciamiento social obligatorio (cuarentena)1. A continuación, se adoptó el cierre de fronteras aéreas y terrestres y la suspensión de vuelos y del transporte de larga distancia al interior del país. En días posteriores, se lanzaron medidas de sostenimiento de ingresos para los sectores más vulnerables de la producción y para las pequeñas y medianas empresas.
Al 7 de mayo se habían reportado 5371 casos de contagio y 282 fallecidos.
En el panorama general, el distanciamiento social y la prohibición de la mayoría de las actividades de industria, comercio, servicios y construcción están teniendo efectos graves sobre el desempeño de esos sectores, a los que se añade el de la economía informal, de la que dependen decenas de miles de personas. Si bien los datos estadísticos actualizados aún no están disponibles, hay actividades cuya caída es del 100%. Para el futuro cercano, los pronósticos del Banco Mundial2 estimaban una caída del 5,2% en el PBI de la Argentina en 2020, y las estimaciones de CEPAL, presentadas días después, llegaban a un descenso del 6,5%3. El desempleo está creciendo extraordinariamente, y en consecuencia hay una gran caída de ingresos y aumento de la vulnerabilidad de amplios sectores de la sociedad.
Aunque no hay estadísticas oficiales de las semanas recientes, es evidente el impacto sobre los ingresos de la población. Al mismo tiempo, se registran aumentos en los precios de bienes de primera necesidad, lo que configura un panorama difícil con relación a la alimentación y nutrición de la población, en particular la de los sectores más vulnerables.
La estrategia del Gobierno en este contexto es mantener activa la producción de bienes agropecuarios y de alimentos, así como su procesamiento, distribución minorista y comercio exterior. Esta excepción a la estricta prohibición de otras actividades económicas se fundamenta en que las cadenas agropecuarias no pueden suspenderse, ya que resultan indispensables para la alimentación de la población y para la generación de ingresos de exportación.
Si bien el decreto que estableció la cuarentena implica la suspensión de todas las actividades económicas (industria, comercio, servicios) y sociales (todo lo que implique reunión de personas), estableció excepciones referidas a la seguridad, la salud pública, los servicios públicos y, particularmente, a la actividad agropecuaria y la seguridad alimentaria de la población. En este sentido, están exentas las siguientes:
Actividades vinculadas con la producción, distribución y comercialización agropecuaria y de pesca.
Industrias de alimentación, su cadena productiva e insumos;
Actividades impostergables vinculadas con el comercio exterior;
Supermercados mayoristas y minoristas y comercios minoristas de proximidad;
Veterinarias;
Transporte de mercaderías
Se establecieron protocolos o lineamientos sanitarios para los diversos ámbitos en que se desarrolla la actividad agropecuaria: mercados de frutas y hortalizas, tambos, frigoríficos y plantas de alimentos, supermercados, acopios, puertos, etc., para proteger a los trabajadores involucrados y evitar el contagio de la enfermedad.
Las cadenas frutihortícolas, así como aquellas vinculadas principalmente al mercado interno, como los lácteos, están sufriendo un fuerte impacto por la caída de ingresos de la población, lo que afecta principalmente a pequeños productores hortícolas, de flores y viveros, que están en los cordones periurbanos y que dependen de los ingresos cotidianos que genera su venta. Se están desechando productos perecederos y esto inducirá a una reducción en la oferta.
En relación con la exportación, cabe destacar que los productos de origen agropecuario son críticos para la generación de divisas de la Argentina, ya que en los últimos años vienen aportando alrededor del 60% de los ingresos totales de exportación. En 2019 el monto fue de alrededor de 40 mil millones de dólares, entre productos primarios y manufacturas de origen agropecuario.
Las medidas sanitarias han logrado aplanar la curva de contagios y fallecimientos. Los contagios se producen principalmente en las concentraciones urbanas. Las actividades agropecuarias fueron poco afectadas, hasta el momento. Se señalan pocos contagios en los establecimientos agrícolas, lecheros, ganaderos y en las industrias respectivas. Las actividades han sufrido distintas trabas derivadas de las complicaciones de circulación de camiones y de la aplicación de protocolos sanitarios que deben cumplirse, retrasando las tareas y aumentando los costos. El ajuste entre las decisiones del gobierno nacional y de las jurisdicciones locales también introduce complicaciones, que se van solucionando de a poco. Sin embargo, a pesar de las dificultades, las actividades productivas y comerciales han logrado mantenerse. La cosecha de soja y de maíz están en pleno avance, esperándose 50 millones de toneladas para cada grano. El trigo deberá sembrarse en los próximos meses, y las expectativas son alentadoras. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires estima un incremento del 1,5% en el área sembrada.
En la cadena de la carne vacuna, la pandemia golpea directamente en las exportaciones de carne vacuna de la Argentina, que habían comenzado una recuperación importante, con China como principal cliente. China se volvió un gran comprador de carne vacuna debido al aumento del ingreso per cápita de los últimos años, unido a su gran población, y por el impacto del brote de la peste porcina africana en ese país, que lo llevó a reemplazar la carne porcina por vacuna, aumentando sus importaciones de esta última cerca de un 60% anual. La cadena se vio afectada fuertemente, porque la pandemia comenzó en China desde principios de año. Mientras que en enero de 2020 China absorbió 72,6% del volumen total exportado por los frigoríficos argentinos (embarques acordados previamente), luego los envíos a China casi se paralizaron, ocasionando la interrupción de la cadena de pagos a los frigoríficos.
A pesar de la pandemia de COVID-19, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos estimaba que su impacto sobre las importaciones de carne vacuna de China no sería significativo, y que las mismas llegarían a 2,5 millones de toneladas en 2020, un 15% mayor a 2019. Sin embargo, para la Argentina pronostica una reducción de exportaciones del 12%4. El consumo interno en la Argentina, si bien absorbe alrededor del 70% de la producción, no podría paliar el efecto de la caída de exportaciones, pues está golpeado por la caída de ingresos originada por la cuarentena y por el proceso inflacionario.
Como balance general, y con las limitaciones de reflexionar en una situación inédita que varía momento a momento, surge que la producción agropecuaria para exportación sería menos afectada que otras actividades de la economía, por la relativa inelasticidad/ingreso de la demanda de alimentos básicos en comparación con otros bienes. El sector agropecuario se convertiría en uno de los pilares más importantes para el sostenimiento de la economía argentina y la provisión de divisas.