viernes, 13 de julio de 2012

¿Tomar un colegio por un simple bar?… ¿no será mucho?

Recuerdo cuando tenía unos 17 años y solía ir al bar del colegio a comprarme algún sandwich o una gaseosa, a los empujones, para poder llegar a consumirlo antes de que toque el timbre y tenga que volver al aula a estudiar. En ningún momento se me hubiera ocurrido tomar el colegio para quejarme porque los costos eran elevados, y prefería que lo manejara la escuela para que me saliera menos.

O decidir –arbitrariamente- cerrarlo porque en la escuela faltaba una fotocopiadora. Menos que menos, porque el portero, con 78 años, era obligado por la institución a jubilarse (pasado ya 13 años de la edad en la que lo debería haber hecho).

Sin embargo, los alumnos que concurren a los colegios Nacional Buenos Aires y Carlos Pellegrini (que dependen de la UBA) sí lo hicieron. Una vez más tomaron los colegios, salieron a quejarse frente a las cámaras y se armaron algunos "fulbitos" frente a los edificios para matar el tiempo de espera.

Tomar un colegio para reclamar que la institución tenga un bar no concesionado a un gestor privado, y que sea el colegio quien lo maneje sólo por el hecho de que los precios sean más económicos, es irrisorio. Pero más irrisorio es que estos jóvenes están realizando una medida sin mayores adultos que los acompañen. Porque, claramente, los adolescentes que están "perdiendo" su tiempo en esta ilógica lucha no tienen padres que los obliguen a utilizarlo para el estudio.

Porque el estudio dejó de ser la prioridad de estos chicos, para darle lugar al bar. ¿Será que quieren sentarse a tomar una cervecita?

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