domingo, 29 de julio de 2012

Doce años sin el eterno René Favaloro


René Favaloro nació en una casa sencilla del barrio El Mondongo de La Plata el 12 de julio de 1923. Allí se crió junto a sus padres: Juan Bautista Favaloro, un carpintero, e Ida Raffaelli de Favaloro, una modista. Tuvo una vida simple junto a una familia como cualquier otra que supo enseñarle desde la cuna los valores éticos con los que se guió hasta el final de sus días, y por los que prefirió morir antes que traicionarlos. 
Según relataba, desde muy niño afirmó que sería doctor, tal vez influenciado por la presencia de un tío que se dedicaba a la medicina. Nunca pensó que su camino por esa profesión salvaría tantas vidas. 
Estudió medicina en La Plata y durante los dos últimos años de su carrera vivió en el hospital Policlínico. Sus primeras armas dentro de la medicina las hizo como médico rural. El mismo reconocería años más tarde que nunca dejó de serlo. Su dedicación y acompañamiento a sus pacientes así los demostraron.
En la década del 60 su interés por la cardiología lo llevó a especializarse en Cleveland, EEUU. En la Cleveland Clinic trabajó primero como residente y luego como miembro del equipo de cirugía. En 1967, luego de varias horas de estudio y análisis llevó a la práctica sus ideas por primera vez en mayo de ese año. La estandarización de esta técnica, llamada del bypass o cirugía de revascularización miocárdica, fue el trabajo fundamental de su carrera. Esta técnica lo hizo famoso en todo el mundo, ya que cambió radicalmente la historia de la enfermedad coronaria. Hoy en día se realizan entre 600 y 700 mil cirugías de ese tipo por año solo en EEUU.
La Fundación Favaloro
El nombre de René Favaloro trascendió todas las fronteras y las ofertas laborales le llovieron, sin embargo el prefirió volver a su país. Desde la Argentina cumplió su sueño: crear un centro médico destinado a los enfermos del corazón, que luego ampliaría su atención a todas las otras ramas de la medicina. Los tratamientos y cirugías serían gratuitas para quienes no contaran con los medios. Y así lo hizo. 
Creó la Fundación Favaloro en 1975 junto con otros colaboradores y afianzó la labor que venía desarrollando desde su regreso al país. En 1980 creó el Laboratorio de Investigación Básica que en agosto de 1998, dio lugar a la creación de la Universidad Favaloro.
El adiós
En julio de 2000, el doctor Favaloro tomó la decisión más dura: terminar con su vida. Así lo hizo el 29 de julio de ese año.
La Fundación estaba endeudada en unos US$ 75 millones, por lo que Favaloro pidió ayuda al Gobierno, sin recibir una respuesta oficial. Después de su muerte se supo que le había enviado una carta al entonces presidente Fernando de la Rúa, que nunca había sido leída y en la que expresaba su cansancio de “ser un mendigo en su propio país” y le solicitaba ayuda para recaudar fondos. Además, expresaba que la sociedad argentina necesitaba su muerte para tomar conciencia de los problemas en los que estaba envuelta. El juez que intervino en la causa permitió que la carta se hiciera pública.
“El PAMI tiene una vieja deuda con nosotros de 1.900.000 pesos; la hubiéramos cobrado en 48 horas si hubiéramos aceptado los retornos que se nos pedían. Si hubiéramos aceptado las condiciones imperantes por la corrupción del sistema deberíamos tener 100 camas más”, decía.
A esto agregó: “En este momento y a esta edad terminar con los principios éticos que recibí de mis padres, maestros y profesores me resulta extremadamente difícil. No puedo cambiar, prefiero desaparecer”.
Así Favarolo se despedía y dejaba en claro el porqué de su decisión. Al mismo tiempo reclamaba a sus familiares y amigos que sigan luchando porque tenían la obligación de vivir como él lo había hecho hasta los 77 años. Pidió que sus restos fueran cremados y esparcidos en los montes de Jacinto Arauz en La Pampa, donde se templó como médico rural.
Las frases
“Proceder con honestidad en aras de la dignidad del hombre es el compromiso más trascendente en nuestro corto paso por este mundo”.
“Todos somos culpables, pero si hubiera que repartir responsabilidades, las mayores caerían sobre los dirigentes”.
“Los progresos de la medicina podrán considerarse verdaderos logros cuando todas las personas tengan acceso a sus beneficios y dejen de ser un privilegio para las minorías”.

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