El gobernador Daniel Scioli evalúa el reemplazo de la secretaria de Derechos Humanos, Sara Derotier de Cobacho, envuelta en un escándalo por una denuncia de agresiones a empleados de su repartición y criticada desde el kirchnerismo, pero defendida por el mandatario.
Scioli aún no concretó el cambio e intentaría buscar que Cobacho permanezca un tiempo más para que su alejamiento no sea visto como una concesión al vicegobernador, Gabriel Mariotto. No obstante, el ex senador provincial Guido Carlotto, hijo de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Barnes de Carlotto, reveló que le fue ofrecido el cargo.
El lunes, el vicegobernador recibió a los empleados de la Secretaría de Derechos Humanos provincial (SDH) que reclamaron la renuncia de Cobacho y se comprometió -y lo hizo- a trasladar ese planteo al gobernador.
En diálogo con LA NACION, Carlotto reveló haber recibido la proposición la semana pasada. En las últimas elecciones había sido candidato a intendente de La Plata, con una lista de adhesión del Frente Progreso Social y el aval, entre otros, del ministro de Justicia, Julio Alak, y de los diputados Carlos Kunkel y Carlos "Cuto" Moreno.
Carlotto contó que la semana pasada recibió una llamada del jefe de Gabinete, Alberto Pérez. "Me dijo que tenían intención de acelerar la decisión", dijo. Anoche, una fuente de la Jefatura de Gabinete terminó por reconocer que existió un encuentro, pero aclaró que "no hubo un ofrecimiento formal". De hecho, dijo que también hubo conversaciones con Eduardo Binstock, referente del Movimiento Evita y ex secretario del área durante la gestión de Felipe Solá.
Pese a que ningún funcionario habló públicamente del tema, voceros del gobernador admitieron que Scioli había ofrecido el cargo a Carlotto en diciembre, antes de asumir su segundo mandato.
En ese tiempo, Cobacho había retornado a la actividad luego de haberse alejado varios meses por problemas de salud. Cuando regresó, a principios de octubre del año pasado, lo hizo postrada en una silla de ruedas. Cobacho tiene 80 años, está sometida a un tratamiento de diálisis y presenta dificultades en su motricidad. No obstante, habría manifestado su intención de seguir en el cargo mientras se sintiera de buen ánimo y pudiera dar respuesta a las obligaciones.
La semana última, empleados del área de Derechos Humanos pidieron la renuncia de Cobacho, luego de un episodio en el que un grupo de personas ingresó en una oficina de la repartición y golpeó a varios empleados. Los afectados contaron que los agresores habían entrado gritando: "¿Dónde están los zurdos?". Al realizar la denuncia penal, los agentes señalaron a miembros del Sindicato Unico de Controladores de Admisión y Permanencia (Sutcapra). La actividad de los controladores depende de la Secretaría de Derechos Humanos y ya había antecedentes de mala relación con el resto de los empleados de la dependencia.
El lunes, los empleados fueron recibidos por el vicegobernador, Gabriel Mariotto, quien se comprometió a elevar a Scioli sus reclamos.
Tiempo atrás, el periodista y titular del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Horacio Verbitsky, acusó a Cobacho de paralizar las denuncias recibidas contra policías o agentes del Servicio Penitenciario Bonaerense.
"La continuidad de Sara sólo depende de su salud y no de otra cosa", dijo anoche un alto funcionario de la Jefatura de Gabinete. Y agregó: "Candidatos puede haber muchos, pero nosotros negamos que sea el momento para un recambio".
Ayer, consultada sobre su posible alejamiento por la agencia Infocielo, Cobacho dijo: "A mí nadie me dijo nada", aunque remarcó: "Si Scioli me pide la renuncia, me voy". Sin embargo, se defendió: "Tengo la conciencia tranquila, hace trece años que trabajo en la secretaría, no cobro sueldo y vivo de mi jubilación. Estuve presa, me torturaron y mis hijos están desaparecidos; no tengo nada que ocultar", señaló.
Ante el pedido de renuncia, dijo que "el dolor de ellos es que a varios se les cerraron quioscos". Si bien la mujer no los individualizó, allegados a la funcionaria deslizaron sus sospechas de que el escándalo fue promovido por gente cercana a Mariotto.
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