miércoles, 26 de octubre de 2011

REPORTAJE A LA MINISTRA DE DESARROLLO SOCIAL, ALICIA KIRCHNER “La política social no es sólo asistencia”

La ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, tiene la voz finita y no levanta la voz para hacerse oír. Entonces hay que hacer un esfuerzo para seguir sus argumentaciones sobre los resultados alcanzados, sobre lo que falta, sobre la dinámica –y no por eso menos inquietante– realidad social del país. En su discurso hay espacio para la valoración de los aspectos centrales de su gestión (“territorialidad y política de derechos”, los define), también hay lugar para el debate con quienes impulsan la inmediata universalización de los planes sociales. Aclara que “no está en contra” del proyecto, pero que primero hay que realizar otras políticas que lo hagan factible. Su planteo es que la asistencia es imprescindible pero que lo central, una vez que lo inmediato está cubierto, debe ser la organización comunitaria. “Yo no niego la asistencia, porque sería dar un salto en el vacío como decía (Norberto) Alayón. Pero cuando se perpetúa la asistencia aparece el asistencialismo y el clientelismo”, argumenta en la entrevista con Realidad Bonaerense.
Lleva ocho años al frente del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Llegó a esa función cuando el país se debatía en la peor crisis de su historia. Desocupación, marginación y miseria eran el pan de cada día para la mitad de los argentinos. A los estragos que había causado la convertibilidad en el tejido social se sumaban los efectos del estallido de la convertibilidad. “A mí me toca representar las políticas sociales, pero se trata de una faceta de una política mayor, de una política pública que lidera nuestra presidenta”, dice Alicia Kirchner. Lo dice con modestia y orgullo, pero también desde el conocimiento técnico y la convicción política que otorga una larga militancia. Tiene sus motivos. Además de su perfil académico, su trabajo en el área social arrancó en Santa Cruz, durante la gestión de Néstor Kirchner. Primero fue en la municipalidad de Río Gallegos. El martes pasado, la responsable de diseñar y concretar los programas sociales del Gobierno Nacional
La mención a la voz finita de la cuñada de la Presidenta y hermana de Néstor Kirchner no es un dato irrelevante. Desde 2003 a esta fecha son pocos los periodistas que la escucharon responder preguntas, que pudieron hacerle una entrevista y conversar sobre la política social. La ministra reconoce esa poca disposición a aparecer en los medios. Defiende su decisión de vedar a las cámaras el registro de la ayuda directa (“La pobreza ya es discriminatoria. Y cuando alguien tiene que recurrir a una cama y un colchón, que encima le saquen una foto... Me parece bastante poco grato”) pero al mismo tiempo no descarta equivocaciones en la comunicación. “Hay muchos que no saben lo que estamos haciendo ni cómo estamos trabajando.” Ese aspecto, particularmente, le ha valido algunas críticas a su ministerio desde espacios afines, como Carta Abierta. “Por ahí tenemos cosas que corregir. Pero siento que la gente ha tomado el proyecto y ha incorporado las políticas sociales de esta manera.”
Usted dice que el empleo es el mejor organizador social. Esa confianza en la generación de empleo desde el sector privado, ¿no es una nueva versión de la teoría del derrame?
–Nada que ver. El derrame era algo que querían hacerlo visualizar como mágico pero acá está comprometida la persona, las organizaciones, los gobiernos, buscando entre todos una puesta en común de organización del empleo. Con la economía social hemos creado el monotributo social. Eso le permite a la persona inscribirse como monotributista y le permite acceder a la obra social con su familia, que es la mejor manera para empezar a estar incluido. La economía social no mueve la aguja de la economía, pero crea toda una organización social, una organización comunitaria, una organización de la familia. Eso no tiene nada que ver con el derrame. Porque crea vínculos en el tejido social.
–A la economía social se la asocia generalmente con los emprendimientos de pocos recursos. ¿No es un prejuicio pensar que es una economía para pobres?
–No, no. En estas tres décadas quedó mucha gente a la vera del camino. Sin haceres y sin saberes. La economía social lo que busca es instalar capacidades y después incluye. La economía debe ser social. En realidad toda la economía debe ser social. Pero no hablamos de una economía para pobres porque lo que pretendemos precisamente es que la gente se incluya. Le damos el monotributo social como le decía recién. ¿Cuál es el plan para estos tipos de proyectos? Primero tenemos que ver la sustentabilidad. La sustentabilidad está en la capacidad o en la capacitación de cada uno. Pero a la vez en la sustentabilidad del proyecto en la región. Si es una región que tiene que ver con el trigo, los proyectos de la economía social hay que asociarlos al trigo y algunos de servicios siempre va a haber. Recién a partir de ahora se empiezan a ver los resultados después del trabajo que estuvimos haciendo. Ahora la gente ha comprendido, ha internalizado nuestra manera de entender la política social, intendentes, también algunos gobernadores, que entienden que la política social no pasa sólo por la asistencia.
–¿Esa es una autocrítica sobre la falta de comunicación de las políticas del ministerio?
–Por ahí tenemos cosas que corregir. No digo que esto sea lo mejor, pero realmente siento que la gente ha tomado el proyecto y ha incorporado las políticas sociales de esta manera. No sé contestar si nosotros hemos logrado visibilizar lo que hacemos. Aparte hay un cuidado y un respeto ético que debemos tener, un respeto al trabajo del otro. Tal vez preferí mantenerme al margen, pero los cambios no se producen de un día para otro, es un trabajo de mucho tiempo. A veces en la Capital se mira la realidad de Capital y no se mira la realidad del interior.
–¿Qué rol les cabe a las organizaciones sociales en la política del ministerio?
–Con las organizaciones sociales trabajo permanentemente. Es más, discutimos de política social. Y en función de eso vamos trabajando, articulando y corrigiendo en cada lugar. Todas las semanas me reúno con distintas organizaciones sociales. Nos ponemos de acuerdo dónde están las debilidades, dónde están las fortalezas. Y además acordamos qué nos pueden dar ellos también. Porque ¿quiénes salieron más a trabajar sobre la crisis que las organizaciones que surgieron entre 2001 y 2002?
–Usted tiene incorporados a representantes de esas organizaciones en su ministerio. ¿Qué aportaron?
–Me encantan. Aportaron su realidad, su territorialidad. Y trabajar en lo que estoy diciendo: que la política esté dirigida al tejido social, que tenga sentido en el desarrollo humano y que tenga sentido de una comunidad organizándose.

“Generar trabajo es la mejor política social”


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