sábado, 20 de octubre de 2012

Experiencia en el valle del Ródano y el Piamonte


El valle del Ródano en Francia y el Piamonte italiano tienen características propias diferentes dadas básicamente por sus terruños, que posibilitan el desarrollo de variedades de uva que dan vinos con gran personalidad. Ricardo Ianne los recorrió junto a un grupo de alumnos y comparte su experiencia.
Terruños Europeos
Desde hace veinte años me dedico a la docencia del vino. Cuando comencé con esta actividad, allá por el año 1992, la Escuela de Degustación funcionaba en una cava subterránea de la histórica vinoteca Savoy.
En aquel momento no pensé que el camino que comenzaba a recorrer me llevaría muchos años después a recorrer regiones emblemáticas y lejanas de producción.
Luego del dossier publicado por esta revista sobre la importancia que tiene el estudio de los suelos, región por región, finca por finca, bajo el paraguas del concepto terroir, quiero contarles cuáles fueron nuestras vivencias en zonas en las que el respeto por la expresión de los terruños es el principal objetivo. La experiencia comenzó en Francia, desde Lyon hasta la mítica Avignon por la pintoresca ruta A7 bajo la guía de Philippe Dupond, enólogo recibido en Montpellier. La zona norte del valle del Ródano se extiende desde la ciudad de Vienne hasta la ciudad de Valence, sobre la margen derecha del río Rhône, y encierra entre ellas localidades de gran importancia enológica: Côte Rotie, Coindreu, Château Grillet, Saint Joseph o Hermitage son los nombres de los importantes crus de la zona norte de la Côte du Rhône. Sobre la margen izquierda, los viñedos cubren las laderas montañosas muy empinadas de Tain l’Hermitage, donde los suelos son graníticos y el clima de tipo mediterráneo se mantiene con el dominio del viento mistral, viento que nace por las variaciones de presión atmosférica entre los climas del norte y el sur y que es vital para el buen desarrollo de las viñas. El clima de la región es una mezcla agradable de las estaciones del año, que brinda, en su momento, fuertes lluvias, temperaturas extremadamente altas y los excepcionales intervalos largos de sol.
Siguiendo hacia el sur desde Valence a Montélimar, la viña ha sido reemplazada por otros tipos de cultivos, pero más hacia el sur, después de la garganta en Donzère, aparecen nuevamente las viñas en el escenario, se ensancha la región de producción y aparecen crus muy importantes, como Châteauneuf du Pape, Gigondas, Vacqueyras hacia el este y Tavel y Lyrac hacia el oeste del río. Más allá de esta lista de nombres importantes, hay que tener claro que esta situación se da en muchas zonas de Francia, cuyos suelos cambian enormemente entre zonas muy cercanas.
Los principales tipos de suelos en la Côte du Rhône son el arcilloso con piedras pequeñas, redondeadas y lisas (formadas por la erosión del agua), la piedra arcillosa calcárea y los suelos que contienen capas de piedra en su perfil (en las laderas de las montañas), características que hace que las vides cuenten con una fuente regular de agua y, a su vez, por la noche emiten calor, el que han almacenado las mismas piedras durante el día. Este tipo de suelo es especialmente apropiado para producir vinos de estructura para la guarda.
Por otro lado, se encuentran el llamado loess (material sedimentario arcilloso y calcáreo transportado por el viento, que forma suelos permeables y muy fértiles) y los suelos arenosos, que ofrecen una mayor irregularidad en el suministro de agua y son adecuados para la producción de vinos blancos, rosados o tintos muy suaves.
Obviamente, tanto el clima como los tipos de suelos han hecho que los productores fueran seleccionando las variedades de uva que mejor se adaptan a la zona. Cada variedad transmite sus caracteres específicos propios, los que al realizar cortes con otras cepas dan como resultado vinos equilibrados y finamente armoniosos.
Grenache, la uva importante de la región para la obtención de vinos tintos, brinda frutalidad, intensidad y cuerpo. Syrah y Mourvèdre dan al vino el matiz especiado y profundidad de color y estructura. El Cinsault es portador de fineza y es ideal para elaborar muy buenos rosados o tintos para ser consumidos jóvenes. Los vinos blancos, en general frescos y aromáticos, son el resultado de cortes de uvas como Grenache Blanc, Roussanne, Marsanne, Bourboulenc y Viognier.
Segunda parada: Piamonte, Italia
En los últimos años, se ha consolidado la imagen del Piamonte como productora de agroalimentos de calidad. La vitivinicultura cuenta con 11 Denominaciones de Origen Controladas y Garantidas y 45 Denominaciones de Origen Controladas, que producen vinos con 20 variedades de uvas nativas. Vinos que han devenido en símbolos y embajadores del Piamonte en el mundo. Su reputación, sin embargo, se debe a las profundas raíces que tienen en la región donde nacen: el legendario Langhe o el Roero, el vasto y versátil Monferrato y sus colinas, estribaciones y montañas de las provincias de Turín, Biella, Vercelli y Novara. Un mundo con orígenes que vienen de tiempos lejanos, como los lazos entre los griegos y ligures que trajeron hasta aquí el arte de la viticultura y la enología. En este contexto de tradiciones milenarias, las costumbres de trabajo en los viñedos continuaron siendo respetadas. Las viñas se plantan en las laderas de las colinas mirando hacia el sur, al este y al oeste para aprovechar lo mejor posible los rayos solares.
Las regiones del Langhe y Roero se encuentran entre las más importantes del mundo para uvas de gran calidad por un peculiar microclima, la posición geográfica y la riqueza de los diferentes tipos de suelos que las componen. Todos estos factores contribuyen a la biodiversidad de la región, también expresada en la riqueza de otras diversas especies presentes, como las orquídeas silvestres. El río más importante de la región es el Tanaro, que separa la parte norte (el Roero) de la zona del Langhe en el sur. Ambas zonas son montañosas, pero las colinas del Roero tienen una forma y geología diferente, con una presencia importante de acantilados rocosos hacia la zona interna, lo que les da una característica muy particular.
Los Apeninos protegen las colinas de las corrientes de aire que provienen del mar. Cada cosecha es diferente y se produce una cantidad enorme de sabores y perfumes. Los diversos microclimas creados por las colinas y valles del Langhe, influido por el clima continental de toda la zona, estimulan la formación de matices finos y aromáticos en el vino. Durante el verano, las diferencias entre el calor del día y el fresco de la noche aumentan los aromas en la piel de la uva y garantizan los diferentes perfiles, sello distintivo de los vinos estructurados y complejos de esta región. Los taninos típicos de estos grandes productos también contribuyen a la fascinación que producen.
El suelo del Langhe es el resultado del mar Grana, que se retiró de la zona alrededor de 16 millones de años atrás y dejó tras de sí un sustrato de arcilla, calizas margas, margas azules, tosca, arena y cal, portador de azufre. Estas sustancias se encuentran en capas alternas y dan a los vinos de la zona su estructura y finura. El terreno arcilloso-yesoso del Langhe tiende a producir vinos tintos de cuerpo completo, mientras que el suelo más blando y arenoso del Roero es perfecto para los blancos frutados.
En el Roero, las variedades más cultivadas son las tradicionales Nebbiolo, Barbera y Arneis, seguidas de Favorita y Brachetto, que no poseen una denominación reconocida y se venden bajo el nombre colectivo de Birbet. Variedades internacionales no han tenido mucho éxito, más allá de una pequeña cantidad de Cabernet Sauvignon, Chardonnay y Merlot. En el Langhe las variedades más cultivadas son Nebbiolo, Dolcetto, Barbera y Moscato, seguidas por cantidades más pequeñas de Pelaverga, Freisa, Favorita y Nascetta. Las variedades internacionales están representadas por Chardonnay, Sauvignon Blanc, Cabernet Sauvignon y Merlot.
En ambos casos, Francia e Italia, cada terruño con su particularidad, logran vinos que al probarlos perduran en el recuerdo: merecen ser buscados y descubiertos.
EL CONOCEDOR

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