Con dos decretos -el 443 de la Nación y el 332 de Buenos Aires- el kirchnerismo jerarquizó legalmente las listas de adhesión, vulgarmente llamadas colectoras. Hasta ahora, la operación de “pegar” la boleta carecía de normativa alguna. La práctica usual era que, una vez presentadas las listas y durante la etapa de oficialización de boletas, los partidos presentaran sus pedidos de adhesión de boletas, que en algunos casos eran aprobados y en otros no, según las oscilaciones de una jurisprudencia siempre cambiante.
Pero ahora, el gobierno acaba de consagrar normativamente las colectoras, dándoles a los partidos la seguridad jurídica de que sus acuerdos de adhesión no correrán riesgo alguno. Esta certidumbre es la señal de largada de una fiebre de colectoras en la oposición, producto de varias causas. Para la UCR, el PRO, el Socialismo, la Coalición Cívica y el Peronismo Federal, la tentación de acrecentar sus votos colgando listas de terceros partidos de sus candidatos a gobernador de Buenos Aires y Presidente es realmente irresistible. Como se sinceró Ángel Rozas -presidente del Comité Nacional de la UCR-, aun no estando de acuerdo con las colectoras, el radicalismo las usará.
Del acuerdo centralizado a la dispersión
El creciente furor por las colectoras implica en la práctica el derrumbe de las conversaciones de los presidenciables para llegar a un acuerdo global opositor, con o sin candidato único para octubre. Es que el esquema de las adhesiones tiende a descentralizar las operaciones electorales. El ejemplo máximo es el de Francisco De Narváez, que negocia adherir su boleta a la de Ricardo Alfonsín, sin que las figuras nacionales del Peronismo Federal tengan mucho que opinar. Del mismo modo, por ejemplo, el GEN podría colgar de la UCR una lista de diputados provinciales. En muchas provincias, el PRO y la UCR podrían también aceptar adhesiones de listas peronistas disidentes o de partidos provinciales, que obedecerían más a la necesidades locales que a directivas de las conducciones nacionales. Complicando aún mas las cosas, los acuerdos de adhesión podrán hacerse por categorías. Es decir que el Partido A, por ejemplo, podrá adherir a la fórmula para gobernador y vice sólo con su lista de candidatos a diputados provinciales, manteniendo aparte sus listas de concejales.
No es casual entonces que en los últimos días los discursos sobre el candidato único y el acuerdo programático de la oposición se vayan extinguiendo sin pena ni gloria. Haya sido producto de la casualidad o de una estudiada estrategia del laboratorio kirchnerista, lo cierto es que la jerarquización de las colectoras tiende a incentivar la competencia salvaje en las filas opositoras para ver quién consigue los mejores acuerdos de adhesión, a costa en muchos casos de arrebatarle al otro una parte de su caudal de votos. Habiendo una gran abundancia de partidos, la multiplicación de colectoras también favorece nuevos emprendimientos, siempre y cuando la lista de adhesión consiga sortear la exigencia de que en la primaria se debe obtener -para poder presentar candidaturas- el 1,5% de los votos válidos emitidos en total.
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