En el marco de un proceso electoral signado por lo insólito, la Cámara Nacional Electoral dio ayer la nota interviniendo al Juez Federal de Buenos Aires, Manuel Blanco. Mediante la Acordada Extraordinaria Número 89, el tribunal, luego de una extensa fundamentación, resolvió: “Disponer que, en virtud del excesivo cúmulo de tareas que debe afrontar el juzgado federal con competencia electoral en el distrito Buenos Aires para la realización de las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias del corriente año, que imposibilita el oportuno cumplimiento de lo previsto por el artículo 66, inc. 5, primera parte, del Código Electoral Nacional, el Tribunal asuma excepcionalmente coordinar la tarea de efectuar la distribución de un mínimo de boletas por mesa de votación”. En otras palabras que, como Blanco se negó a que la justicia distribuyera las boletas en las 32.000 mesas que funcionarán el 14 de agosto, los camaristas, con pleno beneplácito de la Casa Rosada, resolvieron intervenir y coordinar con el Correo la distribución de boletas.
Los camaristas podrían haberse limitado, como se estila en estos casos, a ordenarle al juez que se ocupara de distribuir las boletas, pero prefirieron hacerse cargo personalmente de la tarea, lo que tiene un espeso trasfondo político.
Bajo la lupa

Pero la conspiración que teme el kirchnerismo tendría otro componente central. Esto es, supuestas conversaciones entre Duhalde y Daniel Scioli acerca de qué pasaría si hay segunda vuelta. El ex motonauta tiene una ventaja importante sobre la presidente: él conseguiría su reelección el 23 de octubre, porque en Buenos Aires no rige la segunda vuelta, en tanto que Cristina, podría quedar sujeta a esa instancia. La obsesión kirchnerista es qué haría un Scioli, ya electo, ante un ballotage donde la continuidad del gobierno nacional estaría en serio riesgo.
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