
Las encuestas y los análisis políticos coinciden hoy en señalar que, si hay ballotage, no será porque algún candidato opositor, actualmente Ricardo Alfonsín, consiga el 30% de los votos. Con cinco fórmulas opositoras esto es prácticamente imposible. La segunda vuelta, si ocurre, se produciría por una debilidad del kirchnerismo, es decir, su incapacidad para obtener el 40% de los votos.
Posibles deslizamientos
La reinstalación del escenario del ballotage como altamente probable expone al Gobierno a varios riesgos de difícil control. El más conocido es el de un mega acuerdo opositor en el que podrían converger Alfonsín, Duhalde, Binner, Rodríguez Saá y De Narváez, para que en la segunda vuelta los votos de este arco confluyan en el candidato que compita con CFK. Claro está que un acuerdo tan heterogéneo tendría sus vulnerabilidades, que el Gobierno trataría de explotar mediáticamente.
Pero algunos operadores del cristinismo empiezan a vislumbrar otro riesgo, tal vez mayor, para el caso de segunda vuelta. El 23 de octubre, Daniel Scioli y la mayor parte de los gobernadores peronistas, si triunfan, ya estarán reelectos. Esto incluye a las principales espadas del kirchnerismo en el interior: Jorge Capitanich, Gildo Insfrán, Sergio Uribarri, José Luis Gioja, Maurice Closs, etc. Así las cosas, éstos recobrarían cierto margen de autonomía ante el Gobierno Nacional.
En la segunda vuelta, la movilización del aparato justicialista en todo el país -y sobre todo en los distritos grandes- sería entonces indispensable para que CFK no caiga ante la confluencia del voto opositor. En este contexto empezarían a existir algunas dudas acerca de si los caudillos peronistas se mostrarán tan entusiasmados en respaldar a la Casa Rosada una vez que consigan su reelección. Este interrogante sería todavía más grave en el caso de unos cuantos intendentes peronistas del segundo cordón del conurbano, que no dejan de comentar en privado su descontento con el entorno presidencial. Hasta ahora sólo dos intendentes -Jesús Cariglino (Malvinas) y Luis Acuña (Hurlingham)- están coqueteando abiertamente con el duhaldismo. Pero en caso de ballotage, un kirchnerismo debilitado podría tentar a más un barón del conurbano a cruzarse de bando, sobre todo si los números muestran un cuadro complicado para el Gobierno.
En esta hipótesis Scioli vuelve a tener un lugar central. Algunos cristinistas desconfiados sospechan que al ex motonauta, una vez reelecto, le convendría que Alfonsín se mudara a Olivos, porque de ese modo él se convertiría automáticamente en el presidenciable del peronismo para el 2015. Extinción previa del kirchnerismo, claro está. El estrechamiento de los lazos entre Scioli y Hugo Moyano y el apoyo público de aquél para que Facundo Moyano sea candidato a diputado nacional alimenta éstas y otras sospechas, que están empezando a formar parte de los análisis.
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